Los argumentos de los sectores antivacunas
Desde el 15 de diciembre será obligatorio estar vacunado con las dos dosis para ingresar a establecimientos cerrados. Una medida oportuna y necesaria que, no obstante, ha provocado la reacción de los sectores antivacunas, que podría agruparse básicamente en tres segmentos según el tipo de argumento que usan: los religiosos, los sobreinformados y los libertarios (clasificación de Hernán Restrepo).
Los primeros sostienen su negativa a las vacunas a partir de la relación entre el proceso de vacunación y creencias que surgen de interpretaciones literalistas de la Biblia, como la de "marca de la bestia", o de su desconfianza ideológica de la ciencia, que los ha llevado a creer en el mito del chip de la vacuna o que esta se ha elaborado a partir de experimentos con fetos humanos abortados. En general, podría decirse que el núcleo del razonamiento de este primer grupo se basa en su poca información o en la tendencia a superponer las creencias religiosas por sobre la evidencia científica, no con mala intención ciertamente, al menos en la mayoría de casos. Hay que precisar, además, que es una postura que no incluye a todos los creyentes, ni siquiera a la mayoría. Muchas iglesias y líderes religiosos han promovido activamente la vacunación.
Los del segundo grupo, en cambio, centran su oposición en la abundancia de información "científica" a la que acuden para justificar su generalizada desconfianza hacia el sistema en sus diversas dimensiones: política, sanitaria, económica, etc. Son los que se pasan horas y días buscando información de supuestos científicos o médicos que avale sus teorías conspirativas: que las vacunas cambian el ADN, que desde los poderes globales están experimentando con nosotros o que la pandemia es una invención de la industria farmacéutica. Luego repletan nuestros grupos de Whatsapp con videos de producción casera o memes de dudoso humor para "abrirnos" los ojos. He encontrado personas de este tipo en ambos lados del espectro ideológico: desde derechistas que creen que la vacuna es un invento de los chinos hasta izquierdistas que juran que los dueños de la riqueza mundial han creado esta crisis para enriquecerse más.
En el tercer grupo, el más ideologizado, el argumento se centra en la idea de la libertad afectada. Para los autodenominados libertarios, la obligatoriedad de la vacuna es una interferencia a las libertades ciudadanas. Es un argumento seductor pero que evidencia las limitaciones de la ideología libertaria que, en este caso, ha encontrado a varios voceros públicos, en especial políticos de ultraderecha, que recurren a ciertos "sentidos comunes" o a la generalización de la experiencia privada para sostener su postura: que la vacuna le hizo daño a mi tía, que basta con alimentarse bien o que igual la gente vacunada está muriendo. Ideologizan, además, los argumentos del segundo grupo cuando sostienen que la vacunación es un bluff informativo de la "prensa liberal" o de la "izquierda cultural".
Para rebatir a esta última postura vale hacer uso de un principio básico del republicanismo cívico: la libertad del ciudadano no se afecta cuando se establecen normas a favor de la ciudadanía en su conjunto. El ciudadano no es menos libre porque tiene que acatar una ley que busca el bien común. Más bien su libertad se realiza plenamente en ese marco. Es lo que ocurre en este caso. Los que nos vacunamos no solo lo hacemos para protegernos a nosotros mismos, sino también a nuestros seres queridos e incluso a los no queridos. Desde esa perspectiva, no se percibe como una pérdida de libertad sino más bien como un compromiso con nuestros semejantes y con el bienestar común. No somos menos libres por ponernos al servicio de los demás. Tal vez con este argumento, podríamos también intentar convencer a los del primer grupo, pues no hay un valor más auténticamente cristiano que el amor por el prójimo. Y si algo necesitamos para superar esta crisis sanitaria son justamente los valores que subyacen al proceso de la vacunación: amor, compromiso, confianza, bien común, verdad. La exaltación del individualismo, la desconfianza o la desinformación no nos sacará de ninguna crisis, sea sanitaria o de cualquier tipo.